Opinión

La represión

Se define la represión política como la acción de contener, perseguir, detener y castigar las actuaciones políticas o sociales desde el poder político hacia un individuo o grupo. La represión niega e impide el ejercicio de los derechos civiles y de libertad política que suelen considerarse propias de los sistemas democráticos.

Por Manuel Barreto

Resumiendo, es el desempeño que pone en evidencia la acción criminal del régimen. Reprimir a cuantos reclaman porque se niega el indiscutible triunfo de Edmundo Fernández, triunfo mediante el cual aspiran un futuro que les ha sido violentado, significa reducir su capacidad y neutralizar el radio de su acción política.  Y eso se evidencia en todas las manifestaciones de nuestra geografía nacional.

En Venezuela aun no tenemos campos de concentración propiamente establecidos, pero sí las claras intenciones de establecerlos propiciando una aterradora coacción. Hemos tenido formas muy violentas de eliminación de los manifestantes, en las cuales no solo se quiere poner a cuantos protestan en una condición de limitación de su fuerza, de reducción, sino realmente de avasallamiento, de eliminación, de poner fuera del escenario político a fuerzas políticas y sociales que sin ninguna duda, son la mayoría de nuestra nacion.

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Pasa de la centena el número de menores de edad detenidos y acusados de terrorismo. Son arrestados, golpeados, vejados y humillados. Soportan y dan fe de tan brutales acciones muchos videos y gráficas que en algún momento servirán de testimonial de esta dantesca y absurda travesía histórica de nuestro carajeado país.

Hace pocos días se hizo viral la dolorosa grabación del centro penitenciario de Tocuyito, donde se escuchaban los lacerantes llantos de esas desconsoladas madres de jóvenes, que con ideas libertarias, coraje y nobles principios, están presos injustamente. Pero también se escuchaba la altiva voz de una madre que alentaba con firmeza a su muchacho: «Resiste Hijo, que pronto serás libre!»

Los niveles de omnipresencia de la violencia puesta en marcha por los organismos represivos en nuestro país han permeado todos los espacios y formas de expresión pública. No pasa un día sin que se produzca la detención de algún valiente líder político o ciudadano común arrestado o secuestrado por haber cumplido con su deber cívico como testigo en un proceso electoral; o bien por conservar en sus celulares información que irrite al régimen.

Cada día se amplifica esa brutal y despiadada represión que intenta vanamente ejemplificar el castigo para conseguir el temor en el resto de la sociedad, con el objeto de que se reprima a sí misma en el ejercicio de la libertad. Esa que queda así anulada para todos, excepto para quienes ejercen el poder y para aquellos en cuyo beneficio se realizan tan criminales acciones.

Y esas se acrecientan en la medida que nos acerquemos a la acción libertaria, la que ha sido prácticamente un leitmotiv que toda Venezuela ha acompañado y acompañará: ¡Hasta el Final!

Si realmente esperamos recuperar nuestro país, será imprescindible y trascendental para la instauración de la verdadera democracia, que se reconozca la realidad de la criminalidad de este perverso régimen, pues nuestra memoria como Nación no estará completa hasta que se establezca la responsabilidad, la verdad que corresponde a la brutal represión de este nefasto régimen y a los poderes que lo sustentaron.

Para concluir solo nos viene a la mente lo expresado – al momento de recibir el Premio Nobel de la Paz – por Elie Wiesel, superviviente de los campos de concentración nazis, quien dedicó toda su vida a escribir y hablar sobre los horrores del totalitarismo, con la firme intención de evitar que se repitiese en el mundo una barbarie similar: «No he perdido la fé en Dios. Tengo momentos de rabia y de protesta. A veces he estado cerca de él por ese motivo».

Por Manuel Barreto

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